lunes, 28 de febrero de 2011

*Visiones del amor (I)

Hay visiones del amor que nos muestran que es más importante amar que ser amado. En ellas se entiende amar como una capacidad propia que hay que desarrollar. Al amar nos olvidamos de nosotros como centro de atención y nos volcamos en el sujeto a quien dirigimos el néctar de nuestro ser. Esta visión del amor se basa en la creencia de que amando crece nuestro potencial; nos volvemos más activos, creativos, más fuertes, y no prestamos demasiada atención a si el ser al que amamos nos corresponde o no.

Esta forma de entender el amor choca con otras que opinan que lo importante es sentirse amado, y que encontrar a alguien que nos ame con locura es cuestión de suerte. La tarea más importante para los que así piensan es cómo lograr que se les ame. Para alcanzar el objetivo siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los hombres, es tener éxito social, ser ricos, poderosos. Otro, usado particularmente por las mujeres, consiste en resultar atractivas, deseadas. Piensan que amar es sencillo, y lo difícil, en todo caso, es encontrar la persona apropiada a la que amar o por la que ser amados. André Breton en su libro “El amor loco”, en el último capítulo dedicado a su hija Aube, termina con estas palabras “Te deseo que seas amada locamente”.

Otro uso del término amor es el amor a uno mismo, que en tantas ocasiones se escuda tras el “amor” al otro para no mostrar su auténtica faz. Lo que tenemos en este caso es un amor a uno mismo con persona interpuesta. Hay quien piensa que el egoísta no es malo: simplemente es ignorante y, en alguna medida, pobre de espíritu. Se relame en ese dejarse querer, en ser objeto permanente de cuidado y atención. Es un amor egocéntrico.

Erich Fromm considera que amar es un arte que precisa conocimiento y esfuerzo; ese amar tiene un carácter activo e implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas de amor. Estos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.

13 comentarios:

  1. Beatriz Herrera Cayuela 4ºB28 de febrero de 2011, 20:07

    Hola, Carmen.

    Pienso que el amor el algo muy bonito, ya que te sientes no se como mas agusto, más feliz, más amable , pero el amor no es solo amor a un novio/a, sino aun amigo/a o a algún familiar.
    Al sentirnos amados creo que cambia nuestro estado de ánimo , porque nos sentimos valorados y necesitados por otras personas.


    Todo el mundo necesita amor sea cual sea de un amigo o un novio , pero pienso que es algo necesario en la vida, incluso es más necesarios que cualquier otra cosa en nuestra vida .
    Al querer a alguien, tienes confianza para contarle algo cuando estás feliz , triste o cuando tienes algún problema .Si no tienes a nadie a quien contarle tus cosas o con quien pasar el tiempo y sin sentir que alguien te quiere, eso tiene que ser muy triste.

    Por ejemplo hay muchas personas mayores que están en residencias y creo que deben de pensar que en sus últimos años de vida no tienen a nadie al lado , que les han abandonado y al no sentirse queridos lo tienen que pasar mal.
    Si no quieres a nadie y no te sientes querido ,no creo que se pueda ser completamente feliz en la vida.

    Respecto a lo último que pone en el texto sobre el amor a uno mismo , pienso que si no te quieres a tí mismo nadie te puede llegar a querer.

    ¡Un saludo!

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  2. Jesús Rodríguez Castillo2 de marzo de 2011, 20:43

    Dentro de los puntos de vista del amor me llama la atención que haya gente que se aproveche de su éxito social, su riqueza, su poder, para poder estar con alguien, ya que si lo consiguen, sabrán que esa persona que está con ellos, no le ama de verdad, y por lo tanto se terminarán haciendo daño a sí mismos.

    Por otro lado, no me parece bien que haya personas que se quieran más a sí mismos a la vez que dicen amar a otra persona. Porque si quieres a alguien de verdad, lo vas a dar todo y vas a querer a esa persona por encima de todas las cosas ya sea un hijo, un padre, tu pareja... Por lo tanto creo quien se quiere más a sí mismo, es porque no ama de verdad ni lo ha hecho nunca, y hasta que no lo haga no sabra darlo todo por alguien.

    Al final, el texto habla sobre ciertos elementos básicos comunes a todas las formas de amor, tales como el cuidado, la responsabilidad etc, yo añadiría uno más, la amistad.Ya que hay ersonas mayores que llevan muchos años juntos, y que además de ser amantes, son amigos.

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  3. Hola, Beatriz:
    En este artículo yo quería hablar del amor en general y de las distintas visiones que podemos tener ante este tema tan fundamental en la vida porque nos constituye para siempre.
    Tú misma lo dices en tu comentario, el amor es lo más importante en la vida, también me ha gustado que hables de los ancianos y de su estado de soledad cuando se cambian a vivir en una residencia para personas mayores. Creo que debe ser muy duro vivir alejado de tus cosas, de tu casa, de tus libros, de tus objetos queridos, y sobre todo, de tus personas amadas.
    Esta sociedad es cruel en este tema y otros muchos, se ha decidido prescindir de los valores importantes en la vida en favor de la comodidad, la productividad, la eficacia...
    Espero que tu no seas así en el futuro y que sepas cuidar de tus padres con amor y dedicación siempre.
    Hasta pronto.

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  4. Hola, Jesús:
    En el artículo hablo de cómo los hombres utilizan su éxito social para resultar atractivo al otro, ahora también sucede esto con las mujeres. Pero no basta con atraer, hay que mantener la relación y para eso hacen falta más cosas, de las que tú señalas algunas, como son la amistad y el amor de verdad.
    Cuando hablo de amarse a sí mismo no me refiero a tener autoestima si no a esas personas egoístas que sólo saben pensar en ellos mismos.
    Estas personas no saben lo que es la entrega ni el cuidado del otro, y sin estos ingredientes es difícil el amor.
    Presta atención a la forma de escribir porque te has comido un que y sabrá es con tilde.
    Hasta pronto.

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  5. Hola, Carmen:
    En mi opinión, tiene la misma importancia amar que ser amado.
    Es cierto, que cuando amas a alguien te olvidas de ti mismo; porque te entregas a esa persona en cuerpo en cuerpo y alma.

    Por otro lado, no comparto mi opinión, cuando el texto menciona: "encontrar a alguien que nos ame con locura es suerte". No es suerte, simplemente es encontrar a la persona adecuada. Aunque para eso, también tenemos que dejarnos amar.

    Otro tema en el que no estoy totalmente de acuerdo, es cuando dice que las personas que piensan que para encontrar el amor, simplemenrte tienes que tener suerte y alcanzar un objetivo.
    Es cierto que muchas personas se fijan en la situación económica del otro, si poseen grandes cantidades de dinero, etc. Otro "camino" que también siguen algunas personas, es el de fijarse simplemente en el físico.
    Estoy en desacuerdo, por tanto, con esto; porque a eso no se le debería considerar amor verdadero; sino amor de conveniencia.

    Un saludo.
    Lucía.

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  6. Hola, Lucía:
    En primer lugar no es lo mismo amar que ser amado, amar depende de ti, ser amado no.
    Te puedes dejar amar por la persona inadecuada, así que no entiendo muy bien cuando dices que si te dejas amar puedes hallar a la persona adecuada.
    Amar por conveniencia no implica amar de verdad, eso es cierto, pero hay personas que entienden esto por amor, para mi están equivocados. En esto estoy de acuerdo contigo.
    El artículo pretendía describir las distintas visiones que podemos tener sobre el amor, pero eso no implica que todas ellas sean adecuadas.
    Hasta pronto.

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  7. Con demasiada frecuencia se confude el amor con la necesidad. O más bien, tranformamos un primer acto de amor, -que es generoso y libre- en un acto egoísta y esclavo de necesidad. Este es siempre fruto de un miedo a perder lo que se desea.
    En realidad, no se ama a quien (o a lo que) se necesita. Se depende de él/ella/ello. Surge una relacion de dominación y sumisión. Te sometes a lo que amas para no perderlo y tratas de someterlo por lo mismo.

    Por eso, debemos amar sin ser esclavo del objeto de nuestro deseo. Debemos amar sabiendo que la vida es cambio, que todo va y viene, y que nuestro amor no se irá con la persona (o el objeto, actividad...) que amamos. Nuestra capacidad de amar no se pierde aunque desaparezca aquello a lo que lo dirigimos. Solo hay que redigirlo. Y si diriges tu amor hacia el mundo y la vida nunca será rechazado. Crecerá siempre.

    (Me he salido un poco de tema, pero esto es lo que me has inspirado)

    Un abrazo.

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  8. Sigo pensando, desde mi anonimato, que amar sin ser amado no es bonito nada más que en las poesías, en el cine, en un post de blog... Pero es muy triste, es muy duro ver a quien quieres no quererte, es morir en vida aunque al de fuera le parezca un acto altruista

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  9. Hola, Janet:
    Gracias por tu comentario, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, pero hace falta mucha madurez para entender así el amor.
    Un día de estos te llamo y damos un paseo.
    Un beso.

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  10. Hola, Jesús:
    Yo no quería decir lo que has entendido por lo que dices en tu comentario. Lo que digo es que hay personas que entienden que amar es más importante que buscar a alguien que nos ame, es decir, entienden que amar es un movimiento de dentro hacia fuera.
    Espero que todo te vaya bien.
    Un abrazo.

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  11. Hola, no era yo el anónimo. Quiero compartir esto con vosotros, lo haré en dos partes, pues no se permiten más de 4.096 caracteres aquí:
    ¡Ahí van "Visiones I"!, disculpad la extensión:


    Ahumor
    Diario de un Bufón.
    A propósito de amar… (O de ahumoar: dícese del intento de amar con humor)

    CAPÍTULO PRIMERO

    Alguien me dijo una vez: “La vida hay que vivirla con amor y con humor. Con amor para comprenderla, con humor para soportarla…”, se trataba de un payaso maravilloso e inteligente que se hacía pasar por Jefe de Estudios en el teatro de la vida…

    El Bufón trataba de digerir atracones de relación afectiva. Trataba de “reflexionar”, más bien de jenuflexionar con gracia ante el rey de su reino interior o alma: Pepito Grillo (hermano pequeño de La Conciencia, señora más seria y austera).
    Y escribía…a modo de examen de Conciencia…

    Valdecarros, Madrid, domingo 25 de octubre de 2009,22.50h.

    ¿Justicia, liberación?

    Continuaré escribiendo más adelante, continuaré probablemente hasta el “final” de mis días con el “Taller del Amor”. Hoy quiero escribir sobre lo justo y lo injusto (grandes palabras) y sobre lo liberador en nuestras relaciones afectivas: sobre si los favores que nos regalamos son eso: regalos, o son deudas que le exigimos al otro; sobre si regalamos libre, voluntaria, consciente y altruistamente sin esperar o, por el contrario, como dice el refrán: “Quien bien regala, bien vende, si el que recibe lo entiende”. Es decir: sobre si regalamos con sincera generosidad, o usamos la generosidad sólo como máscara del egoísmo que quiere que se le devuelva lo que dice regalar y, de no hacerlo, te llama injusto.

    Dar, en el amor, esperando recibir que se devuelva lo dado no es ser generoso, es ser comerciante, negociante. Y no es que no tengamos que querer ser amados cuando damos amor, no es que no haya de agradarnos y alegrarnos y que no hayamos de esperarlo, o buscarlo, o recibirlo si lo damos: es que no hemos nunca de exigirlo, exigir que se nos devuelva. Pues el otro, o los otros, o la otra, o lo otro lo da cuando lo siente y quiere voluntariamente en acto libre y, entonces, cuando lo hace o se hace, hay que saber recibirlo y disfrutarlo y aceptarlo humildemente, y también agradecerlo, sin que nos venza el miedo. Pero nunca exigirlo cuando nosotros lo queramos, deseemos, ansiemos, anhelemos o necesitemos. Y si lo damos, tampoco hemos de exigir recibirlo a cambio, o darlo esperando que se nos devuelva, comerciando, negociando calidades y cantidades. Condicionando: “si yo te doy, tú me das”. Todo esto es erotismo, que no está mal, o incluso amistad, que tampoco es nada malo, pero no es amor. Amar, que me susurra Octavio Paz, es amar la libertad, pero no la mía, sino la del otro. Desear, que no está mal, es sin embargo otra cosa, otra cosa en la que se exige recibir lo que se da: ser satisfecho; y lo mismo para con los amigos. En ambos casos, erotismo y amistad, estamos ante relaciones que requieren e incluso exigen correspondencia.
    Pero todo esto no es amar, es otra cosa: es negociar, que no está mal, pero no es amar.

    Continua...

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  12. Convertir o reducir las relaciones afectivas a un negocio o comercio es esclavizante, como también lo es convertir tu vida en general o reducirla a negocio, o comercio, o hipoteca. Dejar de hacerlo dentro de una relación afectiva amorosa es una liberación, un volver a respirar aires de incertidumbre, no una injusticia; si bien volver a estar solo comporta tristeza. Detener una relación comercial de ese tipo no es una injusticia, es una liberación para ambos; sobre todo para el que dice “haber dado demasiado”, “haber amado demasiado” y no haber recibido a cambio “tanto” como dice dar: el comerciante, el negociante…

    ¡Como si en eso del amor se tratara de un comercio!, ¡de un comprar y vender mercancía humana!, ¡de un perder o ganar…personas! (¿verdad Fromm?), o de una cantidad o medida (¿verdad Sto. Tomás?: “La medida del amor es amar sin medida” y, digo yo, sin medida es eso: ni mucho, ni poco, ni demasiado. El amor es o no es, así de sencillo y sutil, no hay medida, ni cantidad. ¿Cualidad, quizá?).

    Sin embargo Walter Riso, que es más psicólogo (cognitivo) que filósofo , y está más a pie de calle desde su experiencia como terapeuta de parejas, nos dice que él no es tan místico, y nos habla de que sí que hay algo de esto de la “correspondencia” en las relaciones afectivas o de pareja en lo referente a su aspecto filico (amistoso) y erótico, como comentaba más arriba, aunque acaba reconociendo y advirtiendo honestamente que la “correspondencia” o las “devoluciones” de favores son, si bien sanas y saludables en una relación de pareja en cuanto a amistad y erotismo, no son algo amoroso (o agápico), en tanto siguen siendo egoístas (erótico o fílico), y sólo lo agápico o amoroso supera ese egoísmo. También de ello habla Fromm, y ¡tantos otros! En palabras de Riso: en lo erótico existe fundamentalmente Yo, en lo amistoso Nosotros (dos yoes), en lo amoroso sólo existe Tú. Y en el mismo tono, señalaba más arriba que nos dice Octavio Paz, poeta, que amar es amar la libertad, pero no la tuya, sino la del otro. Amar es tratar de sentir un Tú, en lugar de un Yo, es, como diría Fromm en su Arte de amar, dejar de ser narcisistas.
    Pero volvamos a nuestra pregunta o tema después del paréntesis y arriesguémonos a sacar conclusiones de lo dicho por estos sabios. Eso sí, no olvidéis que son las conclusiones de un Bufón, no las de un sabio, y que están escritas fundamentalmente para reírse de ellas.

    La pregunta sería: ¿Qué es justo o injusto y qué es liberador en una relación afectiva de pareja?

    Pues eso -jenuflexionaba el Bufón concluyendo- cuando en una relación que decimos amorosa no existe Tú, sino solamente Nosotros o Yo, lo mejor es liberarse de los “yoes y nosotros” que quizá convertimos, consciente o inconscientemente, en egos enfrentados, “comerciantes” y negociadores que dando y recibiendo se endeudan, asfixian e hipotecan, se exigen. Y esta liberación no es una injusticia, pues aunque con ello dejemos de intentar seguir amando en la cercanía física con el otro, practicamos un “egoísmo saludable” (en tanto retomamos soledad, dignidad o amor a uno mismo y no se lo exigimos al otro). Al separarnos, dejamos de permitir que nuestros egos sigan enfrentándonos y dañándonos. Si no somos capaces de seguir hablándonos y escuchándonos sin narcisismo, es mejor callar. “Donde no se puede amar-que diría Nietzsche- pasar de largo…”; o “…callémonos, las palabras nos separan…”que cantaría Aute.

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  13. Soltarse el uno al otro sea quizá amarse, cuando ya no se sabe, o no se quiere, o no se puede guardar silencio y escuchar al Tú, mejor dejar de comerciar, de neg-ociar (negar el ocio de amarse), mejor dejar de vocearse el uno al otro, en un narcisista diálogo de sordos que grita alocado: “¡porque es que tú tal, pero yo cual…y esto o lo otro me duele, porque yo te di aquello y tú…!, etc., etc.”

    Ahora pienso que es mejor liberarse de los egoísmos y zarpazos de cada uno, al menos ser conscientes de ellos, mejor esto que llamarnos el uno al otro justo o injusto: creo que en lo amoroso hay justicia cuando existe liberación de egoísmo y narcisismo por ambas partes. Y para liberarse de ello, los amantes, el uno frente al otro y ante el conflicto de los egos enfrentados, ante el también humano y erótico deseo de autosatisfacción, sea física o psíquica, han de ser humildes y reconocerse en sus miserias e ignorancias cuando están juntos, reconocerse en lo que siempre queda por aprender, y no convertirse en acusadores o jueces, en víctimas o verdugos juzgando al otro desde lo aprendido en el pasado. Y también han de tener mucho humor, para soportarse y no sólo comprenderse, para ser capaces de reírse de sus miserias, de sus afanes negociadores comerciales y de su propia experiencia y camino andado y decirse, sintiéndolo de veras: “agua pasada, déjala correr”, sigo siendo un ignorante. Con ello dejamos sitio a la fe, a la inocencia y la ingenuidad, a la imaginación y fantasía y, sobre todo, al presente incierto, sin permitir que nuestros pasados fracasos o éxitos se interpongan y proyecten.

    Creo, no sé: esta es mi apuesta y pregunta o propuesta actual: creer, y no sólo pensar y analizar. Eso de ser adulto a veces anquilosa y cristaliza y olvidamos, a menudo, recordar cuando éramos niños y nos lo creíamos todo inocente e ingenuamente. Entonces no había que esforzarse en creer o tener fe. A la edad adulta volver a creer y ser algo ingenuos otra vez ante la posibilidad de lo no vivido aún, ante lo que queda por inventar, vivir y construir, requiere esfuerzo y conocimiento y consciencia (como dice Fromm), y casi siempre se nos cuela y pesa más el pasado, (¡La Experiencia!, decimos, lo aprendido), que el presente y lo porvenir desconocido. Y a veces, o nos falta energía a partir de los cuarenta para ese esfuerzo, o nos dejamos vencer por la pereza, el fracaso, la frustración, el escepticismo, el desengaño de antiguos errores y desamores, y el miedo al dolor. Y, ¡estúpidamente!, en muchos casos, para consolarnos tras una ruptura que no dejamos de sentir como incomprensible, llamamos a todo esto libertad, autonomía, independencia, madurez, experiencia…, cuando sólo es individualismo malsano, pereza ante el esfuerzo, egoísmo, o incapacidad de compartir o amar. Quizá, en el mejor de los casos, también sea sólo agotamiento o cansancio anímico por el esfuerzo de amar.
    (Continúa en el 2º artículo, aunque ponga 0 Comentarios)
    Un afectuoso saludo.
    Jesús.

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