jueves, 10 de febrero de 2011

*Somos el amor que nos dieron

Dice Noam Chomsky que “la capacidad para hacer algo no equivale a la capacidad de saber hacer algo. El desarrollo de esa capacidad requiere adiestramiento”. Acertada afirmación, cuyo sentido voy a desentrañar centrándome en la capacidad de ser padres. Todos poseemos tal capacidad, pero ¿sabemos ser padres? Desde la fecundación hasta el nacimiento del bebé pasan 9 meses que aprovechamos para comprarle la ropita, la cuna, el cochecito, los biberones... pero, ¿sabemos cómo relacionarnos con un ser que, por su especial inmadurez, está en nuestras manos su sano e integral desarrollo? ¿Nos preparamos para ello? Un cachorro recién nacido ya viene equipado; su cerebro está formado y sus instintos le bastan para lo que tiene que hacer en la vida. Pero un bebé es moldeable desde el primer instante, no sólo en el plano físico (cerebro, conexiones neuronales...), sino sobre todo en el plano afectivo. Nuestra relación con él marcará su forma de amar en el futuro. La persona que lo acoge al nacer permanece toda la vida como el primer amor. O como el primer dolor… si no sabe acogerlo. Nacer es la primera suerte. No estropear esta suerte, el primer deber. Ser madre es amar primero aun sin conocer a quien amamos, y cuando le amamos lo hacemos como nos amaron a nosotros nuestros padres. Si como adultos nos damos cuenta de que nuestra forma de amar es incorrecta, deberíamos cambiar antes de ser padres para evitar establecer vínculos no deseables, por inseguros o destructivos, con nuestros hijos. Hacernos conscientes de que nuestros hijos heredarán y repetirán lo que nosotros les enseñemos de obra y de palabra es empezar a saber ser padres. No basta con cuidarles. Deberíamos conocer quiénes somos y qué no debemos transmitirles de lo que somos porque no vale. Y preguntarnos, ante sus defectos o limitaciones, en qué medida éstas tienen que ver con las nuestras, porque las casualidades no existen, y lo que ellos son habla demasiado de lo que nosotros somos, y hasta de lo que quisimos ser y no fuimos. Para ser padres no necesitamos ningún aprendizaje, para ser buenos padres, sí.

6 comentarios:

  1. Tamara García Copado 1º Bachillerato CC.SS17 de febrero de 2011, 21:33

    Buenas, Carmen:

    Mi opinión en este caso es un poco teórica, aún no sé cómo me comportaría si fuera madre, pero creo que no es algo innato con lo que se nace, igual que tampoco nacemos con la capacidad de amar.

    El hecho de vivir desde tu niñez en una familia consolidada y con buenos fundamentos hace que tú en un futuro sepas transmitir la misma sensación que tuviste en la infancia.

    Te hablé a cerca de un niño que había vivido en varias familias. Desde pequeño tuvo, o eso creo, la falta de cariño y por eso hoy es tal y como es, está resentido con la vida, derramando toda su soberbia sobre ella. La primera persona que le acogió fue su madre, madre asecas, y no buena madre, le transmitió malestar e inestabilidad afectiva y no amor con tal.

    Es de gran importancia saber educar desde el amor, porque este es un claro ejemplo de la necesidad que tiene un niño de una primera atención afectiva correcta.
    Y es verdad, las casualidades no existen, los hijos somos el reflejo de los padres, como se suele decir "de tal palo, tal astilla", y somos incluso lo que quisieron y no pudieron ser. Nos transladan sus deseos, nos inculcan lo que, desde su punto de vista, es bueno, y nos enseñan a ser como creen que debemos ser.

    Incluso para mí, alguien que abandona a su hijo no es madre, es progenitora sin más, porque ser madre es cuidar, querer, alimentar, ser partícipe de la vida de tu hijo, ver sus primeros pasos, oír sus primeras palabras, tantas cosas que una verdadera madre ama y desea antes de que esa cosita que lleva en su vientre nazca.

    Un saludo.

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  2. Hola, Tamara:
    No es fácil ser madre y se aprende si quieres, o si tienes presente que debes estar atenta para hacerlo bien porque si no, se te cuelan enseguida los errores del pasado.
    Esto implica un proceso de darse cuenta de quienes somos y cuál fue nuestra educación, es un tomar conciencia que no resulta fácil, pero si no lo intentamos terminamos cometiendo los mismos errores que nuestros padres cometieron con nosotros. Nos sale lo que aprendimos cuando eramos pequeños, de forma no consciente y automática.
    Buen comentario, solo comentarte que:
    a cerca se escribe junto, sería acerca.
    asecas, se escribe separado a secas.
    amor con tal, sería amor como tal.
    Presta atención a estos despistes Tamara.
    No bajes la guardia.
    Hasta pronto.

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  3. Débora de Esteban 2º BACH24 de febrero de 2011, 17:03

    Si que es verdad que ser padres parece fácil, pero no es así, porque no todos son buenos padres, para ello se requiere mucha dedicación y paciencia, puesto que se tienen que anteponer las necesidades de los hijos a las de uno mismo, darles amor incondicional sin esperan nada a cambio, y tener las ideas claras de que es lo correcto, para no consentirles todo lo que quieran, porque eso les convertirá en personas egoístas e insatisfechas.
    Al formar nuestra propia familia no tenemos que ser el reflejo de nuestros padres, sino coger las cosas buenas de ellos y aportar nuestros propios métodos para dar una buena formación a nuestros hijos.

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  4. Ainhoa Valverde, 1º de bachillerato (ciencias)26 de febrero de 2011, 16:32

    Hola Carmen:

    Yo creo que ser padre debe ser algo complicado, y algunos no saben como afrontarlo de una manera correcta. Las creencias, la actitud y el carácter de los padres influyen en la forma de ser de cada uno, puesto que son ellos los primeros en enseñarnos sobre la vida.

    En parte, creo que es cierto que somos un "reflejo" de nuestros padres, porque las personas solemos dar lo que recibimos, y si, por ejemplo, un niño no ha recibido amor en su infancia es muy probable que no sepa después cómo mostrarlo e incluso que le cueste identificarlo.
    Pero por otro lado, hay otros tantos que evitan ser como sus padres porque no les gusta la forma en que los trataron, por ejemplo: una persona a la que sus padres han presionado desde niño y han tratado de dirigir toda su vida, privándole de cierta libertad y sobre protegiéndolo en exceso. Aunque más tarde puede que sea igual con sus hijos, es probable que, sabiendo lo que se siente en esa situación, intente que sus hijos no la vivan porque no quiere que pasen por lo mismo.

    Luego hay otro tipo de padres a los que yo veo un poco frustrados. Y con frustrado me refiero, por ejemplo, a una persona cuyo sueño siempre fue dedicarse a la música y, por el motivo que sea, no tuvo la oportunidad, así que más tarde trata de que su hijo siga ese camino que no pudo recorrer. En este caso a mí me parece un error, porque si resulta que a su hijo le gusta, bien, pero en caso contrario, se le estaría presionando en algo que realmente no desea.

    En definitiva, creo que ser padre es una tarea dura, sobre la que solamente puedo opinar respecto a lo que veo a mi alrededor, y para comprender realmente lo que implica, uno debe vivir la situación.

    Un saludo.

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  5. Hola, Débora:
    Nada que se quiera hacer bien es sencillo, implica esfuerzo, conocimiento, tiempo, ilusión y entrega. Pero es cierto que a nadie obligan para ser padre, es algo que se elige libremente. Y cuando decidimos algo por propia voluntad hay que responder y hacerlo de la mejor forma posible.
    Ser padre es una tarea de toda la vida, no se es en un día y lo único que necesitamos es querer hacer las cosas bien, y saber pedir ayuda cuando reconocemos que no sabemos.
    Pero además implica una autorreflexión permanente con ciertas dosis de autocrítica.
    Hasta pronto.

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  6. Hola, Ainhoa:
    Me ha llamado la atención cuando hablas de la frustración que sienten algunos padres sobre su propia vida y como desde ese sentimiento son capaces de proyectarla en sus hijos. Este mecanismo, en la mayoría de los casos, inconsciente hace mucho daño en sus hijos porque les influyen de forma irracional en algo que ellos no han elegido. Por ejemplo, ser buenos padres impica descubrir estas situaciones y ser capaces de asumir las propias frustraciones y no dirigirlas hacia nuestros hijos. Para conseguirlo hay que estar pendiente de nuestros actos y de su efecto sobre nuestros hijos.
    Espero que no olvides estas reflexiones para cuando te toque ser madre, estoy segura de que lo tendrás en cuenta y que lucharás porque tus hijos encuentren su propio camino, eso sí, bajo tu sostén y orientación.
    Hasta pronto.

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