domingo, 19 de diciembre de 2010

*Triste ¡Feliz Navidad!

Qué difícil me resulta pronunciar las palabras ¡Feliz Navidad! Es lo que siento en estos momentos, y me pregunto si les pasará lo mismo a mis vecinos.
Percibo enfado y desánimo en la gente. Y por más que intento buscar razones por las que seguir luchando día a día, hoy me cuesta.

Me duele la indiferencia de los que tienen el poder en sus manos y no toman las decisiones adecuadas para que los ciudadanos podamos mantener la ilusión por construir un clima de cercanía y ayuda mutua.

Y tengo miedo, porque sé que la rabia es una emoción que, igual que te ayuda a sobrevivir, te puede destruir; y que el odio es un sentimiento terrible que siempre busca víctimas para alimentarse en una espiral que termina, inevitablemente, en dolor, muerte y desolación.

La bajada de sueldos, la subida de precios y de impuestos, el retraso y recorte de una jubilación merecida, esa Ley Sinde que amenaza con coartar la libertad de expresión y legitimar la censura, las reformas laborales que empobrecen aún más a los más pobres, las leyes represivas antitabaco y anti todo, la creciente delincuencia, la expansión de la droga, el creciente paro, esos jóvenes sin posibilidad de seguir adelante con su ciclo normal de vida porque no tienen trabajo...

Son tantas las medidas que vulneran los derechos fundamentales de los ciudadanos que siento una opresión en el pecho que me ahoga, me entristece y me asusta. Y lo peor de todo es que no veo una forma pacífica y serena de que las cosas cambien, porque los que deben cambiarlas se lavan las manos como Poncio Pilatos.

Y en medio de todo este decorado, nace el Niño en un pesebre. Y me cuesta esbozar una sonrisa y acogerlo entre mis brazos, porque lo que me invade es el enfado y la rabia contra los hombres malos.

Así que una parte de mi os desea de corazón una Feliz Navidad, y otra, indignada ante tanta injusticia, lo que quiere es ver en la cárcel a todos los responsables de tanto dolor y desigualdad.

Creo que ya va siendo hora de que cada cual salga en la foto que le corresponde: en la de los hombres de buena voluntad, o en la de los corruptos y malvados. Tanta tibieza moral empieza a provocarme náuseas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

*El miedo a asumir retos


Fue un día de Noviembre, dentro del I Foro “Juventud y violencia” de Torrijos, cuando nos invitaron a participar en la elaboración de un vídeo. La respuesta de mis alumnos fue:

-No, Carmen, que nos da vergüenza -respondieron todos.

-Lo entiendo -les dije-, pero creo que es una experiencia nueva y deberíais asumir el reto.

Después de cinco minutos se apuntaron seis alumnos.

Costó tres horas grabar las imágenes, estaban nerviosos, no les salía la voz; pero poco a poco, repitiendo una y otra vez, las frases se pronunciaban con más alegría, se iban metiendo en el papel, ellos mismos se autocorregían y nacían en su interior las ganas de hacerlo mejor.

Fue una tarde divertida, aprendimos el valor del trabajo en grupo, la alegría de compartir experiencias, el calor de apoyarnos los unos a los otros, de reírnos, de sentirnos acompañados y queridos.

Cuando el día de la inauguración del foro en el Palacio de Pedro I, vimos el resultado final en pantalla grande, nos quedamos todos asombrados, orgullosos, felices.

Creo no equivocarme si digo que se sintieron contentos de su trabajo, sobre todo por haber sido capaces de superar el miedo. Incluso, alguien del grupo se atrevió a animar a sus compañeros a vivir experiencias que implicaran enfrentarse a la vergüenza, a la timidez o, simplemente, a la apatía, entendiendo que ésta es la única forma de crecer.