Desde que la leí en una entrevista que hicieron a Zygmunt Bauman, viene conmigo cada día e inspira mi quehacer en el aula. Me refiero a una frase pronunciada por quien fue condecorado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el año 2010, y que dice: “Hoy nadie construye catedrales góticas”.
Polaco de nacimiento, con identidad judía, Bauman tuvo que emigrar a Rusia para salvar su vida del peligro nazi. Ahora tiene 87 años y conserva su peculiar lucidez cuando piensa sobre la actualidad política y social. Después de la 2ª Guerra Mundial compaginó sus estudios de sociología con su trabajo en los servicios de inteligencia militar. La facultad de sociología fue suprimida y tuvo que terminar su formación en la facultad de filosofía. Ha escrito más de 50 libros sobre temas de actualidad y su nombre va unido a la palabra “Líquido”.
Este término forma parte de muchos de los títulos de sus libros: La modernidad líquida, el amor líquido, vida líquida, tiempos líquidos, miedo líquido, el arte ¿líquido?... y la idea que quiere transmitirnos es la fragilidad e incertidumbre que impregna nuestro mundo, en concreto el sistema consumista, globalizado e individualista que ha creado un orden mundial que se tambalea.
Esta realidad nos hace débiles porque nos encierra en el miedo a no saber que va a pasar el año que viene. Y creo que, por esta razón, la frase con la que inicié este artículo tiene sentido. Vivamos nuestra vida y realicemos nuestra tarea como si estuviésemos construyendo una catedral, algo sólido y duradero, cuyos frutos se verán a largo plazo y recogerán las generaciones venideras. Creo que sólo así nuestros jóvenes recuperarán la ilusión y el coraje necesario para construir un universo ordenado, limpio y transparente, donde la verdad y la mentira, el bien y el mal, estén claramente separados. Termino con una frase del mismo pensador: “Una buena sociedad sería la que hace que las decisiones correctas sean las más fáciles de tomar”.
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