Lo peor de vivir en un mundo interconectado es que si su funcionamiento no se basa en la cooperación puede suceder que las malas decisiones de unos pocos afecten terriblemente a la inmensa mayoría. Estoy convencida de que algo así es lo que ha generado el clima de incertidumbre que arrasa nuestra sociedad y enturbia nuestros corazones.
La dictadura de la rentabilidad y sus defensores nos están ahogando, y por esto, quiero traer, como símbolo de inspiración para combatir el desánimo, a Gene Sharp y su obra “De la dictadura a la democracia”. Me gustaría rescatar dos de las muchas ideas que en ella se exponen:
La primera es el convencimiento de que el poder político está en manos de los individuos que conforman un Estado; la segunda nos invita a la desobediencia no violenta al poder establecido.
Gene nos propone la resistencia Noviolenta como el camino para efectuar cambios dentro del Estado y luchar por la liberación. Sé que se refiere a liberarse de los dictadores, aunque los dictadores de hoy ya no son visibles, sino que se aglutinan en forma de poderes fácticos muy sutiles, creando estilos de vida que oprimen a la gran mayoría. Las armas usadas por estos poderes no son directamente letales (aunque en algunos lugares lo siguen siendo), pero su poder destructivo es aún más corrosivo, porque daña lo más valioso del ser humano: la confianza y “el nosotros”, como concepto de cohesión y de fuerza.
La idea que nos transmite este filósofo americano es: “Nosotros podemos hacer cosas que yo solo no podría”.
De acuerdo con Gene Sharp, creo que debemos confiar en nuestras propias fuerzas y darnos cuenta de que el poder económico triunfa muchas veces mediante tretas inmorales, y no por principios rectos. En cuanto se nos ilumine la mente, las tretas dejaran de funcionar.