No deja de sorprenderme la falta de nuevas ideas en la campaña electoral. Desde que tengo uso de razón he oído las mismas promesas de mejora, casi siempre material y, por supuesto, en términos cuantitativos: subida de un 3% en las pensiones, subida o bajada de impuestos, subida o bajada de los salarios… siempre la misma canción embaucadora y vacía.
Y me pregunto si es que los políticos no detectan los cambios sociales, si es que no se dan cuenta de que los ciudadanos no somos los mismos de décadas pasadas. ¡El nivel cultural y de conciencia ha subido, señores! Por mucho que les pese, hoy hay menos ciudadanos españoles que confían en ustedes, la duda sobre su credibilidad ha aumentado tanto que ni con nuevas ideas sería posible recuperarla, pero si además nos sueltan la misma cantinela ¿cómo quieren que les tomemos en serio?
La sociedad va despertando; lo dicen algunas señales como el movimiento de “Los indignados o del 15-M” que nacido en España, se extendió a Israel y en estos días se manifiesta en varias ciudades de Estados Unidos, símbolo del capitalismo e imperialismo más feroz. Voces que se llaman a sí mismas “Okupas de Wall Street” se manifiestan en la calle, la única casa que pertenece a todos, y gritan de nuevo que estamos hartos de que políticos y banqueros se enriquezcan con el sudor ajeno. Los ciudadanos queremos un cambio de verdad y es cualitativo, señores.
Queremos políticos dignos y honrados que den ejemplo de honestidad y sin privilegios. Que se sientan agradecidos por la confianza que los ciudadanos les han dado, y responsables para hacer las cosas bien para el mayor número de personas. Y que dejen de usar el poder que se les da para dar mal ejemplo a muchos ciudadanos que como grandes imitadores repiten patrones vergonzosos. Cómo si no interpretar la conducta de los directivos de la CAM, sino como diosecillos con poder, esclavos del estilo chabacano y hortera que han puesto de moda algunos miembros de la clase política española que tanto preocupa a los ciudadanos españoles conscientes.