lunes, 10 de enero de 2011

*¡Quiero...!

He decidido buscar entre los poros de mi piel toda la alegría que me regalaron mis padres desde que era un bebé y con ella regar el mundo que me rodea.

He considerado seriamente darme cuenta de todo el cariño que me dan cada día mis amigos, mis alumnos, mis hijos, e impulsar con él mi coraje para no tirar la toalla ante el desánimo y la derrota.

He determinado centrarme en lo bueno -que lo hay, aunque a veces me cueste verlo- y mirar lo malo de reojo para no permitir que contamine mi alma de niña aventurera.

Quiero creer en las personas sencillas, anónimas, que conviven conmigo día a día, y que son portadoras de una fuerza que desconocen pero que la tienen y que puede cambiar sus vidas.

Quiero apostar por todos los ciudadanos que creen en la libertad del individuo y en el diálogo cuando se trata de asuntos de la colectividad.

Quiero lanzar un grito: !Basta de lamentos!, y un lema: ¡Cuenta conmigo! que lleguen hasta el sol, símbolo en el mito de la caverna de Platón, del Bien, la Belleza y la Verdad.

Camino despacio porque el sendero se hace impracticable cuando estamos solos, pero mis pasos no van a parar porque hay mucho por hacer, a pesar de los 4 millones de parados (curiosa paradoja).

Cavilo para encontrar soluciones a los problemas, intentando distinguir entre los reales y los imaginarios, pues no deja de ser imaginario sufrir por lo que no tenemos o por lo que no somos.

Prometo no huir del dolor de los que me rodean, sino abrazarlo para que en el acogimiento se diluya, dando paso al consuelo y la compañía.

Deseo desprenderme de todo lo que me aísla y no me ayuda a crecer en el amor, pues, sin duda, eso sí que merece un “estado de alarma”, y no cuestiones que se pueden solucionar con acciones ordinarias. Y es que a estas alturas ya deberíamos saber cuáles son los ingredientes esenciales para disfrutar de una vida plena.